jueves, 4 de diciembre de 2008

AMO O ESCLAVO, ¿QUE ERES?


La vida es una experiencia muy interesante. Todos participamos en un vasto juego que hemos acordado jugar antes de llegar aquí. El juego consiste en tratar de hilar nuestro camino entre dos mundos. Cada uno de ellos cuenta con un conjunto diferente de reglas. Por un lado, está este mundo físico, tridimensional en el que tenemos que encontrar comida, techo, abrigo, compañía y en el que debemos confrontar con otros participantes del juego, que también quieren comprenderlo y enfrentarlo. Por el otro lado, tenemos, digámoslo así, un mundo de cuatro dimensiones que nos muestra a esta realidad como un producto de nuestras mentes, una ilusión, un “mundo de sueños”, desde el punto de vista cuatridimensional.

¿Cuál es el beneficio de saber todo esto? Eso depende de si quieres ser un esclavo de la vida o su amo. Ser un esclavo de la vida es aceptar que todo lo que te rodea es la realidad última y actuar como si no tuvieras ningún control sobre ella. Es identificarse con las olas de energía que pasan a través tuyo de tiempo en tiempo, a las que llamamos emociones, es pensar que tú eres ellas, que son tuyas y dejar que éstas condicionen tu pensamiento, cuando en realidad la energía fue coloreada por tus pensamientos desde el comienzo. Es como un cachorro que persigue su propia cola.

Luego está el problema de la otra gente. Todo sería fantástico si los demás hicieran lo que tú quieres o esperas que ellos hagan. Pero los demás son seres bastante tercos. Con frecuencia más bien hacen lo que quieren, y no lo que nosotros queremos, aún cuando “sabemos” que la nuestra es la mejor manera. Así que cuando los demás no actúan de acuerdo con nuestras expectativas y deseos, nos trastornamos terriblemente. Ello nos produce un trauma emocional (energético) junto con sentimientos de impotencia y desesperanza. Pero -y considera esto cuidadosamente- cuando los demás no actúan de acuerdo con nuestros propios deseos y expectativas, quizás entonces algo está mal en relación a nuestros deseos y expectativas y no en su comportamiento.

Un esclavo de la vida también está terriblemente atado a las posesiones materiales, dinero, tierras, bienes. Su pérdida o carencia es también causa de traumas emocionales y de sentimientos de impotencia y desesperanza. Buscamos objetos que sean “tangibles” por nuestra necesidad de seguridad, pero esta es una seguridad muy frágil y efímera. Hay una parábola en la Biblia que refleja una verdad fundamental. Es la de un hombre que trabajó y trabajó durante años y años para llenar sus depósitos y graneros de riquezas, sólo para descubrir, el mismo día en que pensó que ya había obtenido la seguridad material buscada, que debía dejar esta vida esa misma noche. Sólo estamos de paso en esta vida.

El mundo material es sólo una herramienta para nuestra experiencia. Estamos atados al sufrimiento si tratamos de basar nuestra seguridad en átomos que giran siguiendo patrones que están unidos temporariamente y si pensamos que ese patrón es la única realidad.

El amo o el maestro de la vida sabe -y llegar a ser amo es un potencial aquí y ahora de todo ser humano- que la experiencia tridimensional es un reflejo del pensamiento y no más que eso. Como maestro de la vida te das cuenta de que eliges lo que experimentas, a través de tus creencias básicas respecto de la vida. Más aún, comprendes que para cambiar tu experiencia sólo tienes que cambiar tus creencias y entiendes la diferencia entre deseo y creencia. Sabes que tú y sólo tú eres el responsable de toda tu felicidad o infelicidad. También conoces una de las reglas más importantes: que la forma en que experimentas la vida depende de cómo eliges reaccionar frente a las cosas que te ocurren. Porque este es un poder inalienable que todos traemos al nacer.

Elegimos estar felices o tristes, disgustados o alegres, impacientes o comprensivos, intolerantes o tolerantes, inflexibles o fluidos. El esclavo elige también, pero deja que sus elecciones estén determinadas por la voluntad o los actos de los demás, poniendo así su poder en manos de otros, y luego intenta culpar a los demás por sus fracasos o su infelicidad. El maestro de la vida elige cómo quiere sentirse y reaccionar, en términos de qué es lo más efectivo para él, independientemente de lo que sucede. Uds. son, en todo momento, amos de su destino, en tanto su poder para elegir sus reacciones esté funcionando. La diferencia es que el esclavo se rehúsa a aceptar la responsabilidad por sus decisiones, y se mantiene como esclavo, mientras que el amo de la vida elige a sabiendas y es libre.

La gente habla del coraje que se necesita para elegir eficazmente y de la lucha que conlleva elegir una reacción y no otra. En realidad, el único coraje que se requiere es el de arriesgarse al displacer de algún otro, que deviene de nuestra decisión. La única lucha es contra tu propio miedo y tus dudas. Por supuesto, es más fácil flotar que nadar, es más fácil dejarse llevar por la corriente que dirigir el curso, pero flotar te lleva a chocar con rocas filosas y desagradables, mientras que nadar te pone a salvo. Para llevar más allá la analogía de nadar, consideremos cualquier experiencia particular de la vida como si fuera una corriente marina. La corriente de resaca es muy fuerte y te aleja de la costa más de cien yardas mar adentro.

Usemos esta corriente como ejemplo de una experiencia de vida sobre la que aparentemente no tienes control. Atrapado en esta corriente, un esclavo de la vida o bien entra en pánico o bien trata de luchar contra la corriente. En este caso pierde rápidamente su fuerza y se ahoga o pierde toda esperanza y flota mar adentro con la corriente, en cuyo caso se ahoga de todas maneras. El maestro de la vida, en cambio, fluye con la corriente hasta que siente que el poder de la misma se debilita y entonces, da la vuelta y nada hasta la costa. Tanto el esclavo como el amo pasan por la misma experiencia. La diferencia estriba en cómo reaccionan a ella. Tener dominio de la vida no es controlarla, es tener dominio de la relación con ella. Un maestro de surf no controla la ola. Tiene maestría en el arte de montarla.

POR SERGE KAHILI KING 1997
*************************************

ELIMINACIÓN DE OBSTÁCULOS


En el transcurso de nuestras vidas va acumulándose un revestimiento de miedo, rabia, envidia, tristeza, inseguridad y muchos otros sentimientos negativos que tapa nuestra hermosa naturaleza interior. Esa envoltura se intensifica y se refuerza debido a la educación y a las experiencias de nuestra niñez en la vida actual. Parecemos lo que no somos: personas furiosas y temerosas, llenas de sentimiento de culpa e inseguridad. Nos hemos olvidado de quiénes somos en realidad.

No nos hace falta aprender qué son el amor y el equilibrio, la paz y la compasión, el perdón y la fe. Los conocemos desde siempre. Nuestra tarea es, por el contrario, olvidar esas emociones y actitudes negativas y dañinas que asolan nuestras vidas y nos producen tanto sufrimiento a nosotros, a nuestras comunidades y a nuestro mundo. Al ir deshaciéndonos de esos rasgos negativos, quién lo iba a decir, redescubrimos nuestra auténtica naturaleza, nuestro yo positivo y amoroso. Siempre ha estado ahí, pero tapado, oscurecido y olvidado.

Cuando retiramos las capas exteriores de residuos e inmundicia, las ideas y las emociones negativas, cuando limpiamos y pulimos el revestimiento exterior, podemos vislumbrar de nuevo los auténticos diamantes que en realidad somos. Somos almas inmortales y divinas y estamos recorriendo un camino. En el fondo,
siempre hemos sido diamantes.

Deshacerse del miedo, la rabia y demás emociones negativas es importante, no sólo para el bienestar espiritual sino también para una buena salud física. Actualmente está muy extendida la idea de que el estrés mental (que comprende las emociones negativas, como el miedo, la rabia, la ansiedad crónica y la depresión) es una de las principales causas de enfermedad y muerte en el mundo. El cuerpo está íntimamente ligado a la mente, por lo que los estados de ánimo y las emociones se traducen fácilmente en síntomas físicos. El amor puede curar; el estrés puede matar...
Brian Weiss
**************************************

lunes, 1 de diciembre de 2008

LA MENTE


Puede decirse que la actividad mental es la característica que define a los animales
más avanzados y esto es especialmente cierto para la especie humana. El yoga
identifica tradicionalmente cuatro procesos mentales básicos, que en sánscrito son
llamados: mon, buddhi, ahankara y chitta.

Mon (la mente) es la acción de recibir información. A continuación interviene
buddhi (el intelecto), donde procesamos y reconocemos la información y relacionamos
la nueva información con el conocimiento adquirido previamente, a menudo dándole un
nombre. Con anhankara (el ego) se evalúa la información en relación a cómo nos
afecta. Finalmente, por medio de chitta (los sentimientos) juzgamos si es positiva o
negativa de acuerdo a nuestros sentimientos y al aprendizaje adquirido de lo que nos
gusta o no nos gusta.

En primer lugar actúa mon, la mente, la cual es responsable de recibir información.
Absorbemos un sin fin de información por medio de los sentidos. Los órganos de los
sentidos están diseñados para traducir a impulsos electromagnéticos la energía que se
manifiesta en forma de ondas, presión o sustancias químicas. Estas señales son
enviadas, por medio de reflejos electromagnéticos, a los lugares apropiados del cerebro.
Ésta es una operación increíblemente compleja ─¡el cortex visual del cerebro está
compuesto por billones de neuronas!─ Sin embargo, aunque hemos recibido el mensaje,
aún no hemos dado sentido al impulso. Este proceso es igual que el de un espejo que no
reconoce la imagen reflejada en su superficie, simplemente la refleja.

Una vez que el cerebro recibe esta imagen cruda de los sentidos, el intelecto la
procesa de forma coherente de acuerdo a nuestra percepción del mundo. Este proceso
activo del buddhi genera una fuente de actividad mental todavía mayor que la propia
recepción. Investigaciones modernas demuestran que la visión, por ejemplo, depende de
mensajes interactivos muy complejos entre las diferentes partes del cerebro,
construyendo una serie de mapas superpuestos utilizando regiones especializadas de la
corteza cerebral. Algunas células o neuronas “ven” solamente líneas verticales, otras
horizontales o curvas o movimiento o color. Al menos una docena de estos mapas son
coordinados y combinados de forma consistente para poder asociar y reconocer la
imagen de un perrito, un lápiz o un padre.

Después de procesar toda esta información neutra, la personalizamos y la
relacionamos con nosotros por medio de ahankara, el principio del ego.
Constantemente nos preguntamos (subconscientemente) “¿Es esto mío o no lo es?
¿Cómo me afecta esto a mí? ¿Será esto positivo o negativo para mí – para mi cuerpo, mi
territorio, mi familia, mis posesiones, mis opiniones? ¿Me amenaza esto de alguna
forma?”. Calma tu mente lo suficiente como para observar tus pensamientos y
comprueba si la mayoría de tus pensamientos agitados son causados por las
preocupaciones del ego.
Pero evaluar las cosas en relación a cómo afectan a nuestro ego, no nos ata
necesariamente a la ilusión. Después de todo, hasta los santos deben cuidar su cuerpo.

Por medio de la influencia de chitta, sin embargo, juzgamos el mundo de acuerdo a lo
que nos gusta o no nos gusta. Es esto, sobre todo, lo que nos mantiene esclavizados al
sueño del mundo y de la materia. La energía del corazón se involucra y convierte la
información en una cadena de gustos y aversiones. Mientras permanezcamos sin darnos
cuenta en el acto constante de juzgar, esto determinará nuestro nivel de felicidad más
que ninguna otra cosa. Esta actitud determinará si el mundo nos trae satisfacción o no.
Si durante la meditación logras distanciarte de tus deseos y lo que no te gusta,
simplemente observa la mente, rápidamente lograrás enfocar la energía. De hecho
Patanjali, un reconocido sabio de la antigüedad, dio la definición clásica de yoga,
“Yogas chitta vritti niroth”- “Yoga es la neutralización de los vórtices de lo que nos
gusta y lo que no nos gusta”.

El estado de gozo infinito en Dios nos espera en la calma
silenciosa, justamente mas allá de los deseos y las aversiones. ¿Como acallar la mente y
calmar las emociones? Enfocando profundamente nuestra mente y energía. En la
última lección aprendimos una técnica poderosa, Hong So, para concentrar nuestra
energía. Al calmar la energía el resultado automático es la calma de los pensamientos y
las emociones.

Uno de los mayores beneficios del yoga es que reconoce que todas las cosas son
simplemente niveles diferentes de energía. No juzga las cosas como buenas o malas,
mas bien las evalúa por su capacidad para aumentar o disminuir la energía. A través de
la experiencia aprendemos que intrínsicamente somos más felices cuando nuestra
energía es expansiva y más desdichados cuando nuestra energía es contractiva. Al
contrario que ciertos dogmas religiosos, el yoga no trata de suprimir la energía, sino que
nos ofrece técnicas para canalizarla y medios para transmutar los pensamientos en lugar
de reprimirlos.

En la meditación nos esforzamos por alcanzar un estado de conciencia en que la
mente está calmada, enfocada y expansiva. Para alcanzar el éxito lo primero que
debemos cambiar es la tendencia a la inquietud.

***************************************